15.10.09

VIENTOS FRIOS Y PUESTAS DE SOL, YA ESTÁN AQUÍ LAS GRULLAS.



El caluroso otoño parece que ya va a dejar paso a los primeros frios. Y como no podía ser de otra manera llegan las primeras observaciones de grullas en su viaje hacia las dehesas extremeñas o África. País Vasco y sobre todo Zaragoza, han registrado las primeras citas de los siempre atentos ornitólogos. Dicen que la llegada de las grullas es sinónimo de que se acercan los primeros frios otoñales.
Ver grullas en esta época es sinónimo de vientos frios y puestas de sol como esta. He vivido ya algunas jornadas inolvidables con estos ingredientes. Lo malo de la actividad es que como tienes que estar quieto con telescopio o prismáticos en mano, la sensación de frio, al no moverte, es mucho mayor.

Y uno de los mejores escenarios donde poder observar grullas en España es la laguna esteparia de Gallocanta (Zaragoza), la más extensa de toda España con unas 6.720 hectáreas. Gallocanta es el lugar elegido por miles de grullas como lugar de paso, como refugio donde encontrar comida y descanso y algunas incluso, pocas, decidirán quedarse en territorio aragonés.


Es este un bello fenómeno conocido a nivel europeo, donde podemos observar la llegada de unos bandos y la marcha de otros, incluso en el mismo día. El amanecer y atardecer son los mejores momentos para verlos, ofreciendo un gran espectáculo, al formarse masivos bandos de aves emitiendo gritos o cicleos de los que se ayudarán para ganar altura.

Un lugar ideal desde donde iniciar nuestras excursiones y situar vuestra parada y fonda es ALLUCANT, un complejo que os recomiendo. Además de parada y fonda,  en la que destaca la buena comida casera y la amabilidad de sus empleados, encontrarás consejo, información,  asesoramiento, cursos, talleres e excursiones. Allucant, además, colabora en la conservación de la naturaleza siendo socio activo y divulgando el trabajo de varias asociaciones conservacionistas.
El teléfono de Allucant es: (976) 803137.


 
 

1 comentario:

ANZAGA dijo...

Por aquí, en la llanura manchega, no dejan de pasar bandadas...

Lástima que las tablas de Daimiel, estén como están, muertas. Era un lugar idílico para ver atardecer y escuchar las grullas. Saludos.