A finales de octubre comenzamos los trabajos de preparación de la tierra, realizamos un intenso abonado y a primeros de noviembre sembramos los dientes de ajo. Posteriormente le llegó el turno a las simientes de lechuga, acelga, escarola y rabanito, que una vez que emergen se tienen que aclarear para que tengan su espacio de crecimiento.
Después de todo el trabajo y tiempo invertido, es una inmensa satisfacción presenciar el momento de esta explosión, en el que las verduras inician su crecimiento que les llevará a ser un manjar rico y sano. Sobre estas líneas los ajos, ya de una talla considerable. En junio se secarán y llegará su momento. De un diente de ajo se forma una cabeza completa. Así es la magia de la naturaleza. Se observa la ceniza mezclada con la tierra. Los ajos la agradecen. En este caso es ceniza de quemas de encina. Huerto ecológico cien por cien. El único abono procede de estiércol de caballo, oveja y algo de gallina. Para combatir los pulgones utilizamos tabaco mezclado con agua.
A primeros de mayo, asegurándonos de que no se producirá ninguna helada, plantaremos las plantitas de tomate, calabacín y calabaza.
Y este año hemos puesto en marcha un pequeño rincón de compostaje. En él amontonamos las malas hierbas y la materia orgánica generada en casa. Pero esa es otra historia que os contaré otro día.
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